¡Qué gran negocio es el nombre del pobre!
El día 31 de agosto la pobracioón se vió alborotada por el llamado urgente que se hizo conb el megáfono, en relación a unas donaciones que habían llegado a la comunidad. Todos desde primeras horas comenzaron a acercarse a las afueras del Consejo Municipal a saber qué novedades se estaban dando en el pueblo.
Un día antes se anunció que habían llegado donaciones, pero casi nadie le dio importancia porque se pensó que era para los anexos, pero el día domingo en cuestión todas las personas entendieron que también habían donaciones para la población. El motivo de estas donaciones era por la EMERGENCIA CLIMÁTICA que estaban y están atravesando nuestras poblaciones, ese fue el comentario que me hizo el sr. CARLOS ISAIAS POMA VIVAS, responsable del Monitoreo PIN (PRONAMA - AYACUCHO).
Las donaciones debían entregarse por familia, no de manera individual; muchos de los que estaban en la puna en ese momento y no se enteraron jamás de estas donaciones se quedaron sin recibir nada y hubiera sido inútil que estuviesen presentes, pues muchas familias se quedaron sin donaciones, criticando la forma en que estaba llevando a cabo estos donativos.
Cada representante de familia ingresaba al concejo daba sus datos junto a su DNI y se le listaba, entraban en grupos de 10 personas, cada grupo sacaba una caja de pescado de 20 kilos, 4 bidones de aceite de 5 litros cada uno, y un kilo de habas deshidratada para cada beneficiario. Todo lo que sacaba cada grupo era llevado a la periferia de la Plaza de Sarhua y allí se repartían el paquete de pescado y el aceite; primero se contaba la cantidad de pescado y luego se repartía en partes iguales; el aceite fue otro cantar ya que no sabían exactamente que cantidad les tocaba a cada uno yo me aproximé a los grupos y les expliqué que había que sacar el total y dividirlo entre 10 personas, osea si son 4 bidones de 5 litros el total es 20 litros, entonces a cada uno le toca 2 litros, no faltó algún participante que sin saber de esto sólo se llevó 1/2 litro de aceite a su casa y tampoco faltó alguna abuelita que pensado que era bebida se lo tomó, afortunadamente no hubo daños que lamentar.
Los últimos en llegar eran pasados de 15 en 15 y las donaciones eran menos y ya no alcanzaba, el ingeniero a cargo nos comentó que estas donaciones eran sólo para 60 familias en Sarhua pero que viendo la necesidad de la población se redujo las raciones para que alcanzara para más familias. Estas donaciones se repartieron en Huarcaya, Auquilla y Sarhua. Somos un distrito con 6 comunidades en extrema pobreza, entonces no sólo se deben ver las donaciones sino cómo potenciar nuestro trabajo, ya no queremos estar siempre estirando la mano y escondiendo nuestra dignidad, queremos vivir con la frente en alto con nuestros trabajos y quehaceres, y además que las autoridades no negocien con la pobreza de nuestros pueblos. En conclusión se donó en las 3 comunidades 675 litros de aceite, habas 945 kilos y 1 tonelada de pescado.
Una nota anecdotaria al final, al ver las etiquetas de los productos que se entregaban, me percato de que el aceite tenía el logo de una marca desconocida y de fabricación en Lima, el pescado que era FUREL venía congelado desde ¡CHILE! Al preguntarle al respecto al ingeniero, me respondió que yo no tenía por qué hacer esas observaciones, además el hecho de que venga de Chile no quiere decir que el pescado sea de allá sino que sólo se usa la tecnología de este país vecino, ¿Será cierto? Parece que el Perú no tiene mar y hasta para donar unos sencillos fureles a la pobalción se recurre a Chile, y tan mal y bajos estaremos en tecnología que los congelados también vienen de allá. ¡Este es el país de las maravillas! Así será pues el estilo de trabajo en la era aprista en nuestro país y mientras tanto la pobreza de nuestros pueblos, bien gracias.



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