sábado, 3 de junio de 2006

SARHUA: VOZ DE MADERA

Este artículo fue editado por el diario LA REPÚBLICA el 31 de mayo del 2006. Puedes marcar el link para ver el artículo original.
Nunca me sentí más orgullosa de mi tierra que al ver a mi tío Primitivo Evanán Poma aparecer en reportajes como estos, que bueno que nuestros periodistas se ocupen de realizar notas como éstas: Valen un Perú.

La tradición milenaria de Sarhua se resiste a desaparecer. El arte de perennizar a sus pobladores, hechos y costumbres en dibujos sobre tablas de madera, se trasladó a Lima hace tres décadas y es una de las pocas que se mantiene fieles a la tradición.
Por: Marco Sánchez.
Fotos: Melissa Merino.

Es como mirarse en un espejo que nunca se romperá. Mientras trabaja en su taller artesanal, Primitivo Evanán Poma, su esposa Valeriana y su última hija, Venuca Asunción, levantan la mirada para verse reflejados en el madero que adorna el techo. Ahí está la familia completa, congelada desde hace diez años, gracias a las tablas que volvieron famoso a su pueblo, Sarhua, Ayacucho.

-----------------------------------------------------------------------------
MEMORIA. Los Evanán preparan tablas en su taller de Chorrillos. Antes solo se representaba a familas completas junto a la Virgen de la Asunción, patrona del pueblo. Pero desde los años ochenta escenas de guerra entre Sendero y los militares se hicieron comunes.
"No hay dos tablas iguales", dice Venuca mientras pinta con tierra ayacuchana una escena del Qaypi fusuy (baile de la chicha) en una tabla pequeña de cedro. Hace 40 años, su padre llegó a Lima y, alentado por sus paisanos, creó un pequeño taller en Chorrillos. Con el tiempo, la Asociación de Artistas Populares de Sarhua se convirtió en un referente de este arte.
-------------------------------------------------------------------------------

Primitivo ha llevado las tablas a Dinamarca, Francia, España, Alemania y Suecia, aunque hasta hoy no sabe cómo nació la tradición (el origen se pierde en las crónicas incas de Guamán Poma). Explica que las tablas se regalaban en Sarhua solo en una ocasión: al momento de techar la casa .

"Hemos encontrado tablas de 1800, siempre con la virgen de la Asunción y la familia completa, cada uno en su actividad", dice. Con el tiempo, estas tablas de dos o tres metros se redujeron y ahora las hay de 20 o 30 centímetros, pero hechos siempre a mano, jamás en serie.

Las fiestas del pueblo, el Sura cutay (preparación de la chicha), el Warmi suway y Casaracuy (rapto de una doncella y posterior boda), son retratados en las tablas que en Europa pueden costar mil dólares.

En los ochenta, Víctor Fajardo, la provincia a la que pertenece Sarhua, fue epicentro de la guerra senderista. Muchos murieron y dos mil sarhuinos huyeron a Lima. Todo ello está también retratado en las tablas.

"Los onqoy –así llamaban los sarhuinos a los terroristas con el vocablo quechua que significa ‘enfermedad’– castigan a los soplones y hacen matanza en Qechawa. Hacen descuartizamientos…" A Primitivo se le quiebra la voz al recordar. Sinchis y terroristas están retratados en un conjunto de tablas llamado Ciclo de la Vida en Sarhua. El original está en el museo de Copenhague, Suecia.
El Llacta puchukay (éxodo del pueblo) es una de las escenas más fuertes que los sarhuinos –agricultures pobres en general– han grabado en sus memorias y tablas.

La matanza de Quechawa (1983) quedó grabada en cedro.

El Quijote quechua

Pero los sarhuinos han llegado más lejos y graficado con su arte una edición de El Quijote en quechua. Carlos Cosme Millares, historiador del arte que estudió el tema, explica que el Tabla apakuykuy (regalo del compadre) es un proceso ritual que implica a todos los miembros de la comunidad. "La tabla la manda a hacer el compadre, pero todos colaboran". El momento cumbre es el Huasichacu o techado. Los hombres traen paja, en la fiesta se invita comida, chicha, reunión, toda la comunidad trabaja.

Cuando ya el techo está terminado, el compadre entrega la tabla en la que aparecen papá, hermanos, con sus actividades acostumbradas. Solo los vivos y con la edad que tienen en ese momento", explica.

Por ello algunos antropólogos deducen que esta especie de recordatorio familiar sirvió en el pasado de Sarhua como una suerte de registro censal y la mejor manera de saber en el Incario sobre las actividades de la población.

Pero Primitivo Evanán no cree en esta versión y se mantiene en el sentido ritual que tenían las tablas, pues incluso se colocaban en el interior de la casa, a veces escondidas.

Sin embargo, al migrar los sarhuinos por la violencia, en Lima carecía de sentido realizar el tradicional Tabla apakuykuy. Ahí se empieza a modificar el tamaño y temas de las tablas, aunque manteniendo la técnica. El roble y maguey fueron reemplazados por el cedro, previendo que el mayor enemigo de las tablas, la polilla, destruyera todo el trabajo.

A sus 61 años, Primitivo Evanán regresará pronto a Sarhua para construir en la casa de sus padres un museo como parte del proyecto del rescate de sus tradiciones, que también incluye música y vestimenta.

De sus cuatro hijos, René falleció y Cisca María está en Chile, pero todos permanecen fuertes y juntos en la tabla que adorna su techo, regalo del compadre Marcelino.

Casas "protegidas"

Construir una casa en Sarhua implica todo un ritual colectivo. Por el sistema de Ayni incaico, la familia cercana (Ichpa ayllu), lejana (Karu ayllu) y los compadres espirituales están obligados a participar en la construcción. El dueño de la casa es declarado "forastero" o "enfermo" y solo recibe a los visitantes ofreciéndoles alcohol. Además, visita de madrugada a las familias vecinas ofreciendo regalos a cambio de ayuda voluntaria. El resultado se ve en el Adobe chutay (hacer los adobes) y Teja ruway (preparar tejas), hecho siempre por amistades. Al cimentar la casa, los compadres colocan tres ollas con comida, monedas y un paquete de coca, trago y agua bendita. Así las casas están protegidas contra la maldad y tendrán prosperidad.

TRONCO. Don Primitivo Evanán y tabla familiar, tal como se coloca en casas de su pueblo. Las originales miden dos metros, pero las modernas conservan la misma técnica. Historiador del arte Carlos Cosme cree que pudieron ser registros censales incaicos.

No hay comentarios.: